viernes, 10 de agosto de 2007

El escritor en la era de la Estética Difusa




Imágenes: Gabriela Bejerman como Gaby Bex. y Luego DJ Buen Mozo



“Nunca pude realmente elegir entre literatura, arte, acción o reflexión. Lo que hago es tratar de construirme una especie de forma desde donde mezclarlo todo.”
[1]
(Nicolas Bourriaud)

***

De un tiempo a esta parte ha venido irrumpiendo en la escena literaria un oleaje de propuestas que involucran no solamente a la escritura sino también a las artes visuales, escénicas y musicales, entre otras manifestaciones artísticas. Libros en formatos de cd room donde la poesía aparece conjugada con el diseño visual y sonoro; editoriales novedosas en las que el libro no es un mero continente de palabras sino que exploran la relación entre lo visual, la textura del soporte y la palabra; los blogs: vertiginosos laboratorios de invención textual y visual.
***

Esta conjunción de múltiples lenguajes artísticos en ciertas obras contemporáneas, se relaciona con una cierta inespecificidad, un modo inclasificable de operar por parte de los artistas.
***

Hay una irrupción de lo híbrido, que puede resultar escandalosa: las plumas de Gabriela Bejerman, la poeta- vedette
[2], pueden provocar un cierta inquietud al desprevenido, como así también las mezclas - dance que hace DJ Buen Mozo de los poemas de su autoría[3] y que nos instalan en los difusos bordes entre las artes contemporáneas.

***

Nicolás Bourriaud, autor del libro Estética Relacional
[4], entre otros ensayos claves para entender la atmósfera nueva de las artes contemporáneas, dice:

“Creo que cada obra es un universo per se. Y no me importa tanto saber a qué disciplina pertenece o debería pertenecer. Por ejemplo, la gente que sabe lo que es arte, que puede definir al arte, me interesa mucho. Muchísimo. Me encanta conocerlos, porque me resultan por completo increíbles. A mí, particularmente, no me interesa saber si alguien o algo puede ser arte. Me parece una pregunta absolutamente indigna. No me parece serio. Hablamos de Duchamp, y no me concierne tanto saber si estuvo más cerca del pensamiento, de la literatura o de la pintura. ¿Qué sentido tiene? Pasa lo mismo con Henri Michaux. ¿Fue un escritor, un artista visual, o qué? Lo cierto es que ha construido una herramienta que le permite explorar algunas secciones de realidad y no me incumbe con qué herramienta trabaja. El arte es una herramienta, como también la escritura o el cine lo son.”
[5]
Lo que este autor expresa nos convoca a dejar atrás las generalizaciones y a quedarnos con la particularidad de cada obra de arte. Por esto, la voluntad de clasificarlo y categorizarlo todo aparece cuestionada a fuerza de resultar innecesaria. Es un pensamiento pragmático en el que, en algunos casos, preguntarse si tal artista es músico o escritor no tienen tanto sentido, porque no nos sirve. O en todo caso, las categorías se vuelven más amplias, borrosas, móviles.

***
Cabe destacar, por otra parte, que tales propuestas artísticas no circulan a veces por los canales tradicionales de muestra y difusión de su obra. Como alternativa al museo, a la sala de conferencias y a la biblioteca, se presentan en fiestas, multieventos, discotecas, plazas, Internet. Las formas artísticas se entrelazan. Y no lo hacen ya en el cerrado campo de las antes llamadas bellas artes, sino que cruzan el cerco hacia otros espacios de la industria cultural, se dejan penetrar con sus diversos lenguajes ( comercial, publicitario, informático), generando un multiverso cultural- artístico difícil de encasillar en conceptos canónicos.

***
Las nuevas editoriales donde lo visual y sonoro se traban con la palabra (un ejemplo es Editorial Voy a salir y si me hiere un rayo
[6]), las perfomances que mixturan variadas formas de arte (ya he citado a Gaby Bex, y a DJ Buen Mozo; agrego a la lista al artista visual, músico y escritor uruguayo Dani Umpi, por mencionar ejemplos de un contexto cercano y muy actual) son propuestas que abren un campo rizomático, fluido, de posibilidades a los artistas y otros modos de acceso del público a sus producciones.
Es una atmósfera dinámica, pululante, fresca, en la que artistas visuales, músicos y gente de la escena producen y muestran.

***
Si se trata de buscar nombres para lo que ocurre, la situación nos pone ante desafíos taxonómicos. Los artistas en general aparecen confundidos en la neblina de la nomenclatura equívoca. Y los escritores no son ajenos a este fenómeno.
El arte, las artes, han sido sometidas a un proceso de expansión, donde los nombres son los de todos los días, o son lo totalmente otro, lo inexpresable. Pero no nos pongamos tan dramáticos. Este estado de cosas solo abre la posibilidad de nuevas perspectivas entre los que se dedican a reflexiones sobre estética.

Y ya que inicié con una frase de Bourriaud, cierro este escrito con otra suya:

“No advierto una diferencia esencial entre texto, literatura y arte. Es que estamos programados para ver solo un arte y a mí me gustaría mucho más tener la posibilidad de disolver ese aprendizaje.”
[7]

N.A.

Notas al pie:
[1] Nicolas Bourriaud. Entrevista realizada por R. Cippollini y publicada en Radar libros. Página 12, http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-982.html
[2] Remito al artículo de Interzona Editora.
http://www.interzonaeditora.com/web2/prensa/prensa.php?idPrensa=258
[3] http://www.fotolog.com/djbuenmozo
[4] Bourriaud, Nicolás, Estética Relacional, Editorial Adriana Hidalgo, Bs As 2007.
[5] Nicolas Bourriaud. Entrevista realizada por R. Cippollini y publicada en Radar libros. Página 12, http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-982.html


[6] http://www.simehiereunrayo.com.ar/
[7] Nicolas Bourriaud. Entrevista realizada por R. Cippollini y publicada en Radar libros. Página 12, http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-982.html

jueves, 9 de agosto de 2007

Cuerno de cabra



Estuve en la inauguración del curso de ruso que se va a dar en la facultad, en ésa que vosotros llamáis con cierto orgullo mal disimulado, "Filo". Tuve la oportunidad de ver allí un filme realmente memorable. Se trata de un filme viejo. A diferencia de lo que ocurre con los huevos, los bistec y los pescados, el cine, por más viejo que sea, no se hecha a perder; e incluso, como le pasa a los buenos vinos, mejora.
Se trata de una película búlgara. En blanco y negro, y con muy pocos diálogos. Pasaré a resumir brevemente algunos puntos: Durante la ocupación otomana de Bulgaria, unos turcos violan a una campesina delante de su pequeña hija y, accidentalmente, la matan. El marido, cuando descubre todo al otro día, quema la casa, le corta el pelo a la hija y le dice "Haré de ti un hombre o te echaré a los perros, este mundo no es para mujeres". A partir de allí asistiremos a la justiciera empresa de la venganza. María ya crecida, junto a su padre se encarga de cobrarse en la vida de cada uno de estos turcos aquella siniestra noche que viviera hace unos diez años. No voy a seguir relatando. Como suele ocurrir en estos casos, el espectador se vuelve cómplice de estos simpáticos vengadores, y hasta aquí la película se inscribiría en un filme de aventuras con contenido político, con la rareza de ser un excelente cine de lo que supo llamarse " la Europa del Este", con una fotografía que roza la perfección, una expresividad de los actores que, sin necesidad de hablar todo el tiempo se las arreglan para que entendamos todo lo que está pasando; y así sola diríamos que seguiría siendo muy interesante. Pero he aquí que aparece en la protagonista el deseo sexual, y no solamente el instintivo sino también el deseo cultural del sexo: ponerse un vestido, lucirse ante su amante, etcétera. Todo esto no entraba en los cálculos de su padre que reacciona de la manera que era de esperar. Todos sabemos por anticipado que la narración nos va a llevar a un desenlace trágico, sobre todo porque el director nos ha metido en un tiempo mirceaeliadesco, con el cual su aparente realismo y naturalismo de imágenes aparece muy cuestionado. Por otra parte, si bien se enfrentan dos etnias enemigas, la complejidad del guión llega a tal punto que María, nuestra belicosa búlgara, aprende a besar mientras espía a los sensuales turcos en sus juegos amorosos con la intención de posteriormente matarlos, es decir, es el enemigo el que le proporciona de un modo no deseado esta "información" tan humana. Su padre no puede hacerlo, está demasiado ocupado enseñándole a defenderse y a atacar, sobre todo a atacar. En una palabra, caemos en la cuenta de que no podemos prescindir de nuestros enemigos, ellos son "el Otro", y por medio de él me constituyo; sin embargo la guerra necesita perentoriamente la deshumanización del Otro y por lo tanto la nuestra.
Si tenemos en cuenta que el filme se estrenó en los años setenta, quizá podríamos sacar algunas conclusiones respecto de los planteos políticos que estaban en boga. En mi patria hemos tenido, y aún seguimos teniendo, situaciones conflictivas que tiene que ver con la paradoja planteada en esta película.
Bueno, si alguien quiere dar su opinión, que lo haga. Yo aquí os mando la mía.

Afectuosamente


Consuelo Errecalt