domingo, 1 de abril de 2007

Erotismo y poesía




Si nos atenemos a Octavio Paz en “La llama doble”, el erotismo es al sexo, lo que la poesía es al lenguaje. Es decir, desviaciones en cuanto al fin original –o “natural” -. Las “personas normales” afirman que el lenguaje es meramente un instrumento para comunicarse. “Déjense de Pizarnik y todas esas macanas –dirían los normales- la palabra sirve para comunicarse y si no entendés algo lo buscás en el diccionario y chau”. Cualquier padre progresista piensa así y toda la sociedad lo aprueba. Con el sexo pasa lo mismo: se toma como un mero instrumento para la reproducción. “Déjense de diversidad sexual, lesbianismo y otras perversidades- dirían las mismas personas de hace rato- acá lo que hay que hacer es formar una familia, tener muchos hijos como tenían Los Campanelli (Serie televisiva que pasaban cuando yo era muy pero muy chiquitita).”
En la poesía el lenguaje deja de servir “para algo” y se torna un fin en sí mismo, es decir, un absoluto: el arte. En el erotismo el sexo deja de servir “para algo” y se torna, también, un fin en sí mismo, es decir, un absoluto: el arte. Cuanto mayor el desvío, mayor la posibilidad estética. Poco importa que esa ganza (el estado, la sociedad) venga o vaya; la Fierra y su amiga la Sargenta dejaron la seguridad del fortín para huir hacia las tolderías. En el fondo, eran artistas.

Bárbara López